Peugeot 3008 1.6 BlueHDI 100

Quien puede hacer más puede hacer menos, como se dice. ¿Pero qué pasa con los que pueden hacer menos? Esta es la respuesta que queríamos encontrar tras probar el 3008 en su versión 1.6 BlueHDI 100, el modelo diésel de acceso a la gama del león de los SUV compactos.

El descubrimiento comienza incluso antes de arrancar el coche, e incluso antes de abrir la puerta, porque sólo los dos primeros niveles de acabado, Access y Active (el de nuestro modelo de prueba del concesionario de coches de ocasión Girona Crestanevada), están disponibles con este motor, mientras que todos los modelos 3008 que hemos probado hasta ahora estaban al menos en el acabado Allure, el tercer nivel. En el exterior, las diferencias se concentran en las llantas de aleación «Chicago» de 17 pulgadas con un diseño muy embellecido y rodeadas de neumáticos de pared lateral alta de 215/65 cuando estamos acostumbrados a llantas de 18 o incluso 19 pulgadas, en la parrilla delantera con facetas cromadas en lugar del dibujo a cuadros y en los faros halógenos en lugar de los full LED, que cambian drásticamente el aspecto del coche. La impresión general es un poco menos deportiva, un poco más torpe, y está muy lejos del lado premium que Peugeot quiere que se identifique con este modelo.

En el interior, sin embargo, las diferencias con las versiones de mayor nivel son menos marcadas, aunque sólo sea por la impresión de calidad que dan el pequeño volante, la instrumentación i-Cockpit totalmente digital, la pantalla central de 8 pulgadas y los mandos con teclas de piano, todos ellos de serie. Todo lo que constituye la esencia del interior del 3008 ya está ahí. El nivel de acabado Allure también incluye climatizador automático de dos zonas, faros antiniebla y radar de aparcamiento trasero. No hay control de ángulo muerto, ni siquiera como opción, lo que es una pena porque la visibilidad trasera de tres cuartos se ha sacrificado claramente en aras del diseño. Por otro lado, hay mucho espacio no sólo para los pasajeros traseros, sino también para su equipaje, con 520 litros en la configuración de cinco plazas y hasta 1.482 litros cuando se abren los respaldos, que son buenos valores en el segmento.

Bajo el capó encontramos el conocido 1.6 BlueHDI en su versión DV6FDTED que desarrolla 100 CV a 3.500 rpm y 254 Nm a 1.750 rpm, lo que convierte a esta versión no sólo en la menos potente de los 3008, sino también en la menos potente del segmento de los SUV compactos por detrás del Dacia Duster 1.5 dCi 90. Es cierto que también es muy ligero para la categoría, con 1.290 kg oficialmente en la báscula, pero tampoco es un milagro, con un 0 a 100 km/h anunciado en 13,1 s y, sobre todo, un 80 a 120 km/h en cuarta marcha en 11,2 s, es decir, 1,6 s más que la versión BlueHDI 120 en el mismo ejercicio… en quinta. No son cifras muy buenas obtenidas sólo con el conductor a bordo, lo que sugiere que el rendimiento será aún peor con unos cuantos pasajeros y un maletero cargado, algo habitual en un coche familiar de este tipo. A modo de comparación, entre los competidores diésel de entrada, un Volkswagen Tiguan 2.0 TDI 115 tarda 10,9 segundos en alcanzar los 100 km/h, un Seat Ateca 1.6 TDI 115 tarda 11,5 segundos, y un Mercedes GLA 180d 109 CV, así como un Nissan Qashqai y un Renault Kadjar 1.5 dCi 110 CV tardan 11,9 segundos. El 3008, una vez más, sólo puede contar con el Duster para hacerlo menos bien, con 13,8 s. Para mantener una progresión aceptable, hay que utilizar regularmente la caja de cambios manual de cinco velocidades, que es la única opción, y si, como suele ocurrir con Peugeot, esta caja de cambios no es criticable desde el punto de vista técnico, con cierres firmes y una longitud de recorrido razonable, el problema es la ergonomía. En efecto, esta consola central, muy alta y con aspecto de coupé, todo un acierto estético, no se compagina bien con el movimiento que impone una transmisión manual: el antebrazo roza de forma desagradable en cada cambio de marcha, a no ser que se levante el codo de forma incómoda. Sin embargo, es evidente que se trata más de un detalle que de un fallo real, ya que está relacionado tanto con la morfología del conductor como con la posición de conducción.